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Jueves, 25 Abril 2024 14:51

MODELO TURÍSTICO: ¿EN QUÉ MEDIDA SE PUEDE CAMBIAR?

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“Interesante reflexión del economista Antonio Garzón, un experto que sabe de turismo y un profesional comprometido con el bienestar colectivo de Canarias. Una lectura muy recomendable”.

 

 

Una parte de la sociedad canaria pide un «cambio del modelo turístico», pero sin proponer un modelo alternativo. Este post analiza en qué medida es «cambiable» el actual modelo. A grosso modo, podríamos decir que un modelo turístico consta de dos partes: un núcleo (o esencia) y un marco en el que se encuadra ese núcleo. Veamos el margen de cambio de ambos elementos:

 

El núcleo del modelo turístico

El núcleo de un modelo turístico se compone de los factores esenciales, como las tipologías turísticas ofertadas (turismo de sol&playa, deportivo, rural, etc.), los segmentos a los que se dirige (segmentos de edad, poder adquisitivo, etc.), el nivel de desarrollo (etapa del ciclo de vida, turismo de masa o selecto, etc.) y los mercados emisores a los que va dirigido. Si bien el modelo de Canarias está bastante diversificado en tipologías, segmentos y mercados, podemos clasificarlo con una descripción general como «turismo de masas de sol&playa dirigido a segmentos de clase media«.

Componentes principales del núcleo de un modelo turístico

¿Esta parte del modelo es «cambiable»? No, el núcleo ha sido construido durante décadas y no se puede cambiar de un día para otro, y mucho menos convertirlo en un modelo de «pocos turistas y que sean millonarios». El núcleo se ha desarrollado hacia un turismo de masas y se ha ido vinculando, en consonancia, a la población ocupada, sea en forma de trabajos directos, indirectos o derivados, que en su conjunto superan el 90% de los empleos. Un hipotético retroceso significativo, intencionado o no, del número de visitantes también lo tendría en el empleo.  

Ello no quiere decir que el núcleo no sea mejorable. Se puede diversificar en tipologías (p.ej. turismo deportivo), ampliar mercados, diversificar hacia segmentos adicionales de mayor poder adquisitivo (p.ej. con proyectos especializados y/o de lujo), etc., tal como ya se está haciendo en buena medida desde la promoción de Canarias. Por tanto, el núcleo no es cambiable en su esencia, pero sí mejorable a través de estrategias concretas, por ejemplo de crecimiento selectivo en segmentos de más gasto.

El marco del modelo turístico

El núcleo está encuadrado en un marco normativo y de organización de los recursos naturales y humanos. Se puede decir que el marco es el cómo gestionamos el núcleo.

Marco de un modelo turístico que encuadra al núcleo.

En dicho marco podemos diferenciar muchos elementos, de los que relaciono algunos, divididos en 4 ámbitos:

(1) Gestión de la actividad  

Un modelo turístico necesita un marco legislativo coherente y estar en revisión periódica acorde a la evolución del mercado. En Canarias ello no se cumple, no sólo por evidenciar una normativa con una burocracia y complejidad casi infranqueable, sino también por haber abandonado la normativa durante décadas sin adaptación alguna a la realidad. La Ley de Turismo data de 1995 y las posteriores leyes territoriales-turísticas, a veces contradictorias entre sí, proyectan una normativa confusa que no aporta seguridad jurídica, siendo urgente la fusión de la normativa en una sola ley turística. El alquiler vacacional es otro ejemplo, con casi 10 años sin legislación coherente desde el fracaso del decreto de 2015, lo cual, no obstante, está ahora en proceso de regulación.  

Asimismo, un modelo turístico necesita una modernización constante de las infraestructuras turísticas, que van mucho más allá de las zonas turísticas en sí, dada la movilidad aumentada del nuevo turista de sol y playa, así como un mantenimiento de servicios turísticos adecuados, como por ejemplo aseos públicos para los visitantes. A todo ello se suma una nueva necesidad de adaptación de las infraestructuras al cambio climático, por ejemplo creando espacios de sombras y «refugios climáticos». No hace falta mencionar que la gestión de estos aspectos en varios municipios turísticos ha sido deficitaria, incluso devolviendo fondos de la UE sin ejecutar.

(2) Gestión de los recursos naturales

El turismo vive de unos recursos naturales y ello también hay que gestionarlo. Canarias goza de los mayores índices de suelo protegido, pero, por otro lado, muestra importantes carencias en algunos indicadores de gestión medioambiental, como la depuración de aguas residuales. Este es uno de los indicadores de las diferentes capacidades de carga de un destino turístico que deben ser gestionadas de forma permanente y que, en el caso de las aguas residuales, puede poner en peligro el concepto de sol y playa.

Además de dinámicas (=en constante evolución), dichas capacidades de carga son locales, es decir, que cada isla precisa de una visión diferente, como comentaba Jose María Mañaricúa, presidente de la FEHT: “Canarias tiene ocho límites y la gestión política tiene que responder a la situación de cada una de las islas” (eldiario.es, 23.04). En la misma línea, el Presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, argumentaba: «El número de turistas por habitantes no es el mismo en todas las islas, ni los problemas ambientales son los mismos. Al contrario de lo que ocurre en otras islas, Gran Canaria lleva prácticamente 20 años sin un macroproyecto turístico y ha perdido más de veinte mil camas turísticas en los últimos años…» (maspalomas24h, 22.04.24). O sea, que las camas turísticas van a menos y no a más, como dicen algunos (ver último apartado sobre una narrativa turística objetiva).

(3) Gestión social del turismo

Además de los recursos naturales, la población residente forma parte del modelo turístico y requiere su gestión. Posiblemente es aquí donde encontremos la carencia más grave de gestión. Destaco tres aspectos: En primer lugar, la facilitación de vivienda sería influenciable a través de una adecuada política de viviendas sociales y de una regulación coherente del alquiler vacacional. No ha habido ni lo uno ni lo otro, ya que no se ha construido prácticamente ninguna vivienda social desde el 2009 y el alquiler vacacional goza de un estado de plena anarquía.

En segundo lugar, por nuestra historia turística la formación turística en Canarias, especialmente la FP, debería tener un nivel tan alto que exportemos profesionales. No obstante, es todo lo contario: no llegamos a cubrir las plazas vacantes, a pesar del paro, y precisamos importar trabajadores foráneos, que a su vez buscan vivienda. Justamente estamos en un año importante de adaptación de los ciclos duales de FP, pero tampoco así se ve una mejora clara.

Y en tercer lugar hay que nombrar la movilidad. Si los trabajadores, muchos de ellos desplazados a mayor distancia de sus puestos de trabajo por la burbuja del alquiler vacacional, se ven obligados a pasar varias horas al día en atascos de tráfico acaban enfermando psicológicamente. Aparte de maquetas utópicas -sin viabilidad operativa- de proyectos de trenes, no se ve la proyección de soluciones a corto plazo a las congestiones. Una vez más, falta gestión.

(4) Gestión de la narrativa turística  

El marco de un modelo turístico también debe incluir una comunicación adecuada sobre la actividad, máxime cuando es el primer motor económico en Canarias. No obstante, la narrativa turística, al menos la positiva, ha brillado por su ausencia en las últimas décadas, tanto por parte de los planificadores como, también, de los empresarios turísticos. Cuando no hay un storytelling objetivo y coherente, las personas se construyen «su propia película» y se forman argumentos imprecisos, o incluso falsos, sobre el turismo. Relaciono a continuación tres de ellos: 

«El turismo genera un 40% del empleo»: Técnicamente es correcto, pues es la suma de empleos directos e indirectos, pero da lugar a argumentos que he oído como este: «Pues que se vaya p’al carajo el turismo y vivamos del otro 60%». ¡Pues no! Aquí hace falta una narrativa adecuada para explicar que de ese 60% también aprox. el 55% depende, de forma inducida, del turismo. En Canarias nadie (excepto la actividad portuaria y alguna más) es independiente al turismo.

El Turismo como generador directo, indirecto y derivado de la mayoría de los empleos en Canarias.

«No hay que poner todos los huevos en la misma cesta»: ¡Pero si sólo hay una cesta! ¿Cuánto tiempo más hace falta para admitir que en Canarias no hay posibilidad de una diversificación económica significativa? El margen de diversificación está en lo que mejor sabemos hacer: en el turismo. Por tanto, aprovechemos esa cesta y abramos todas sus subsecciones. Transformemos el discurso negativo del «monocultivo económico» en uno positivo del «policultivo turístico».

«El turismo no reparte riqueza»: ¡Falso! El sector turístico aglomera los empleos directos del turismo que hacen el «efecto de cascada» de creación de los empleos indirectos y derivados. Además, el salario medio turístico en Canarias es superior a la media de los salarios de todos los sectores del Archipiélago. En este sentido, la falta de narrativa objetiva es tal, que ha propiciado un debate sobre un «reparto de riqueza» que ya no parece que vaya enfocado hacia un cambio del modelo económico, sino más bien del sistema económico hacia una economía planificada, olvidando que los salarios en una economía de mercado se establecen a través de la negociación colectiva y en base a la competitividad de los perfiles demandados y ofertados. Con ello, se ha propiciado una peligrosa aversión al empresario, con una narrativa que lo retrata como a «Tío Gilito bañándose en su piscina de monedas de oro» (ver p.ej. portada del 20-A).

Conclusión

En definitiva, ¿se puede cambiar un modelo turístico? El núcleo no se puede cambiar, aunque se puede mejorar (p.ej. diversificando con proyectos para segmentos de mayor gasto), pero sí se pueden hacer cambios en el marco, es decir, en la forma de gestionar el núcleo. Por tanto, un modelo turístico no se puede cambiar, pero sí la forma de gestionarlo, máxime cuando en Canarias varios factores nunca han sido gestionados, como son la narrativa turística, el reto demográfico o el cambio climático. Por tanto, en varios ámbitos lo de «cambiar el modelo» equivale literalmente a «empezar a trabajar».   

Se dice que la clase política es el reflejo de nuestra sociedad. Son lo que somos, tenemos lo que nos merecemos. Con un modelo turístico pasa lo mismo, es un reflejo de cómo gestionamos el turismo. Hay muchos modelos de sol&playa en muchos sitios y se diferencian, aparte de determinados recursos naturales únicos, por el marco donde se encuadran. Por tanto, antes de cuestionar el núcleo del modelo (turismo de masas de sol&playa), que ha repartido y sigue repartiendo tanta riqueza en Canarias, quizás convendría analizar si lo hemos gestionado bien

 

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